Está claro que el queso es un alimento completo y rico en nutrientes que debe formar parte de nuestra alimentación diaria. Así la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria en su pirámide nutricional coloca el queso en su base, es decir, entre los alimentos básicos de ingesta diaria y recomienda el consumo de 2-3 raciones al día de lácteos (leche, yogur, queso) dentro de una alimentación variada.
Sin embargo, es frecuente escuchar a mucha gente que no come queso porque tiene miedo a que afecte a su salud por diversos motivos. Veremos si evitar el consumo de queso está justificado o no es necesario.
El queso y la sal
¿Cuántas veces hemos oído: "yo no puedo comer queso porque tengo la tensión alta"? Está claro que el queso, como otros alimentos, necesita ser salado en su elaboración para su mejor maduración y conservación, pero: ¿es necesario eliminarlo de nuestra alimentación por este motivo? Haremos unas cuentas para conocer mejor cuánta sal lleva una ración habitual de queso.
La Fundación Española del Corazón recomienda una ingesta diaria de menos de 6 gramos de sal para las personas que tienen hipertensión arterial. Pues veamos cuánta cantidad tiene una ración diaria de queso. Cogeremos como ejemplo nuestro queso de rulo. Por cada 100 gramos de este queso artesano de oveja tenemos 1,9 gramos de sal. ¿Pero quién se come 100 gramos de queso? Bueno, conocemos a más de uno que podría, sobre todo si el queso está así de rico... Volviendo a nuestros cálculos una ración de queso bastante aceptable sería 25 gramos. Podéis ver en esta foto esa cantidad para haceros una idea.
Pues bien ahí tenemos menos de 0,5 gramos de sal solamente. Eso es menos de la mitad de una pizca o pellizco de sal. Así que podríamos comer el queso en vez de esa pizca de sal en la ensalada o en el plato del día, y no tendríamos porque renunciar a este placer gastronómico.
El queso y la salud cardiovascular
Está claro que el queso es un alimento con una cantidad importante de grasas, entre un 30 y 40% dependiendo del queso. ¿Pero todas las grasas son malas para la salud cardiovascular? Sabemos que no: por ejemplo las grasas insaturadas y en especial los ácidos grasos omega 3 son cardiosaludables. Pues bien, aquí es donde entra a jugar un papel muy importante la alimentación y el estilo de vida que disfruten las ovejas que producen la leche con la que se hace el queso. Las ovejas que pastan hierba fresca producen una leche con una mayor proporción de ácidos grasos cardiosaludables, como los omega 3 o el ácido linoleico conjugado. Así lo hemos comprobado en nuestra ganadería y eso repercute en nuestro queso que contiene una cantidad de grasas insaturadas cardiosaludables mayor que los quesos industriales.
¿Y qué pasa con las grasas saturadas? Pues en los últimos años se ha demostrado que tanto la carne como la leche de animales alimentados con hierba fresca tienen menor índice calórico y mejor perfil de ácidos grasos, incluso de las grasas saturadas. Todo ello contribuye a que la alimentación con lácteos de este origen disminuya los niveles del colesterol malo (a pesar de ser alimentos grasos), la probabilidad de diabetes y por consiguiente el riesgo de enfermedad cardiovascular.
El queso y la intolerancia a la lactosa
Por último, hablaremos de la lactosa. En los últimos años, ha experimentado un gran aumento el número de personas con sospecha de intolerancia a la lactosa, a la vez que una mayor oferta en el mercado de productos lácteos elaborados sin lactosa. Esto lleva a un porcentaje nada desdeñable de la población a excluir de su alimentación un alimento tan completo y nutritivo como el queso.
Pero empecemos por saber qué es la lactosa. La lactosa es el hidrato de carbono por excelencia de la leche. En la leche de vaca hay aproximadamente 5 gramos por cada 100 ml de leche y en la leche de oveja aproximadamente 4,2 gramos por cada 100 ml. Para digerir la lactosa necesitamos una enzima presente en nuestro intestino: la lactasa. La cantidad de esta enzima disminuye con la edad y si dejamos de tomar productos con lactosa.
Hay dos tipos de intolerancia a la lactosa. La primera, pero muy poco frecuente es la intolerancia total presente en las personas con una enfermedad genética que les impide producir lactasa y por lo tanto son intolerantes a la lactosa desde el nacimiento. La segunda y más habitual es la parcial, presente sobre todo en adultos que han disminuido su ingesta de lácteos, su cantidad de lactasa en el intestino y por lo tanto toleran mal este hidrato de carbono.
¿Este grupo de personas no pueden tomar ningún tipo de lácteo? Pues afortunadamente para ellos hay lácteos con menor contenido en lactosa como los quesos. Debido a su proceso de elaboración y maduración (la lactosa se convierte en ácido láctico), el contenido en lactosa disminuye en el queso progresivamente. Así nuestro queso de rulo (2 meses de curación) ya tiene menos de 1 gramo por cada 100 gramos de queso y nuestro queso añejo (más de un año de curación) tiene un contenido en lactosa prácticamente indetectable. Todo ello hace que el queso, en pequeñas cantidades diarias, sea un alimento que no ocasione ningún problema en la digestión a las personas con intolerancia parcial a la lactosa.
¿Qué os parece? Se queda uno más tranquilo cuando come queso si sabes que hace tanto bien a nuestro cuerpo, eh? Si lo quieres probar realiza un pedido de al menos 20 euros en NUESTROS QUESOS y de regalo una crema de queso elaborada con queso semicurado y curado El Palacio. Al realizar el pedido hay que introducir el código de descuento: QUESOSANO (todo seguido, sin espacios).
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