Oro blanco, así definimos la leche que nos dan las ovejas. Y no, no nos lo hemos inventado. La leche desde las culturas más antiguas ha sido definida como "fuente de la fortaleza y de la vida". Hablar de esta materia prima y alimento es hablar de salud, riqueza, fertilidad y pureza. Incluso los cananeos utilizaron la leche como medida de la riqueza, algo así como los euros para nosotros. En la actualidad, su precio no se puede aproximar ni de lejos al del oro, pero sí podemos decir que sus cualidades nutricionales se merecen una medalla de oro en las olimpiadas de la vida saludable. Y es que en esta vida, no toda la riqueza se mide en dinero, sino también en salud y conocimiento. El que tiene buena salud tiene un tesoro y el que sabe lo que es bueno para el cuerpo tiene mucho ganado en su calidad de vida.
Es un alimento completo pero aquí queremos destacar su carácter casi mágico al convertirse en un producto eterno y saludable: nuestro querido queso. El quesero artesano o de granja obtiene el oro blanco (leche) del rebaño y con mimo lo transforma en lingotes (queso) que conserva hasta su punto óptimo de maduración.
¿Nos vale cualquier leche? Pues no, esto es como con otros alimentos. Por ejemplo, no es igual una merluza de pincho del Cantábrico que una de piscifactoria. O en la carne, no sabe igual ni tiene el mismo perfil nutricional la ternera que está comiendo hierba en un prado, que aquella que pasa su vida en un establo comiendo harinas. No sabe igual ni es igual de saludable ese jamón que viene de un cerdo ibérico comiendo bellotas en la dehesa, que aquel de granja cebado con piensos. Todo tiene que existir, pero debemos saber que no es lo mismo. Y es que sin saberlo, nuestro paladar ya nos va avisando. Con la leche ya sabemos que aquella que proviene de animales (ovejas, vacas o cabras) que pastan hierba fresca tiene mejor perfil de ácidos grasos, no sube el colesterol y es más saludable que aquella de animales estabulados y alimentados artificialmente durante toda su vida.
Pero no solo eso, el oro (leche) para nuestro lingote (queso) debe ser puro, sin quitar ni poner, es decir, debe ser leche entera (no tendría sentido quitarle las vitaminas liposolubles ni esa grasa buena de la que hablábamos). Además debe ser cruda, es decir, tal como sale de la oveja, sin pasteurizar, manteniendo los probióticos/fermentos naturales. Así, no se puede comparar, en cuanto a valor nutricional, un queso de leche cruda, ya sea de oveja, vaca o cabra alimentadas con hierba, con otros quesos pasteurizados y procesados.
Somos lo que comemos, por eso debemos pensar en lo que comemos. Invertir en salud es conveniente y en el caso del oro blanco y sus lingotes además es muy sabroso.
Para acabar, decir que hay expresiones que pasan de moda, pero que no por ello pierden la razón. Una de ellas es "estar como un queso". Muchas cosas buenas tiene que tener el queso para que se utilizase para decir de alguien que se le ve atractivo, saludable, guapo.. Seguro que no es la expresión más utilizada entre la gente joven actualmente, pero el queso de leche cruda hecho como antiguamente sigue teniendo mucho de bueno, de atractivo, incluso de sexy... Y por supuesto, nada de malo.
Así que si quieres "estar como un queso" ya sabes: come queso, cocina con queso, vive la vida con queso, disfruta el queso, regala queso, siente el queso...